sábado, 1 de diciembre de 2007

Crítica de exposiciones

TEORÍA Y ESTÉTICA DE LA FOTOGRAFÍA
5º Historia del Arte, U





MILAGROS POR SER DESCUBIERTOS
Priscilla Febles Hernández


Ana de Orbegoso
Vírgenes urbanas
Ermita de San Miguel
La Laguna



Vírgenes urbanas, uno de los últimos trabajos de la fotógrafa limeña Ana de Orbegoso, comenzó a exhibirse el 31 de octubre del 2006 en Cuzco. Son fotografías de gran formato, manipuladas digitalmente y con un explícito uso del fotomontaje.

Colocadas sobre paisajes naturales y urbanos del Perú, rodeadas de niños y ángeles, las vírgenes utilizadas en la conquista prehispánica para someter al pueblo americano, ocultan sus rostros bajo la inocente mirada de las mujeres peruanas. Los rasgos indígenas se superponen claramente y sin llegar a adaptarse del todo sobre las facciones europeas, imponiendo así su visión del Nuevo Mundo contemporáneo.

Las fotografías se completan con poemas de Odi González, de origen quechua. Cada una de ellas lleva un texto en tres idiomas: inglés, español y quechua; son la propia voz de los personajes. No se trata pues, de seres divinos, sino que en esta reinterpretación se convierten en terrenales, reflejan la realidad; según la propia autora “esas vírgenes representan a todos los peruanos y el Perú está lleno de milagros por descubrir”.

No es de extrañar que Orbegoso recurra al fotomontaje, no como recurso estético, sino como arma reivindicativa; lo que fue impuesto por los conquistadores, ahora es arrancado sin miramiento alguno; no se esmera en sustituir las caras de las “virginales damas”, sino que “planta” encima a sus mujeres como símbolo de la nueva superposición cultural y con un contundente mensaje: “reforzar el papel de la mujer peruana de hoy para convertirla en presente y generar una nueva mirada hacia el futuro”.

Se trata prácticamente de collages compuestos por las protagonistas, el imaginario religioso que las rodeas y numerosas referencias a su cultura, desde las tradiciones populares donde el colorido es vivo y brillante hasta los lugares más oscuros donde habitan los personajes. Ambas realidades conviven en esta muestra, lo que no sería posible sin el uso del fotomontaje, o al menos no se podría captar de un modo tan evidente.

Resulta casi increíble imaginar, y muy difícil comprender como un pueblo de gran sencillez y candidez, a pesar de haber sufrido y soportado tanto dolor tras ver violada su inocencia, sigue manteniendo ese espíritu intacto, como a pesar de vivir prácticamente en el tercer mundo en muchas zonas de su geografía, sus gentes mantienen tradiciones ancestrales, pero ante todo, mantienen la esperanza; esperanza que queda patente en los ojos de las vírgenes que miran con dulzura, casi invitando al espectador a ser participe de su realidad, parece que hablan, que en un primer momento piden tímidamente que recemos por ellas, piden ayuda, que no olvidemos “poner una velita” por ellas.
Ana de Orbegoso juega con esa idea, en un primer momento las muestra como seres débiles y tiernos, ansiosos de que se les ayude, pero la idea es otra bien distinta, lo que realmente quieren decir es “yo no necesito velitas, yo puedo salir adelante sola y cambiar mi situación y el mundo que me rodea para hacerlo mejor, no necesito pedirle milagros a Dios, porque mis propios milagros los voy a lograr yo”. Son mujeres que trabajan, que luchan a diario para salir adelante en un mundo tan hostil.

En definitiva, Orbegoso no crea dioses a los que implorar. Crea heroínas de carne y hueso.


No hay comentarios: