HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA
4º Historia del Arte
Instinto maternal. Entrevista a Manuel Montes
LAURA C. FARIÑA FARIÑA
MANUEL MONTES
Lazos de sangre
Centro Internacional de Grabado Contemporáneo
Santa Cruz de Tenerife
LAURA C. FARIÑA FARIÑA
MANUEL MONTES
Lazos de sangre
Centro Internacional de Grabado Contemporáneo
Santa Cruz de Tenerife
Manuel Montes es un fotógrafo tinerfeño que comenzó su andadura de forma autodidacta. Se licenció en Ciencias de la Información y se convirtió en fotógrafo profesional tras pasar por diferentes centros, como el Instituto Politécnico de Tenerife y la Escuela Municipal de Medios Audiovisuales de Barcelona. Sus fotografías se han publicado en diferentes medios, como La Coiffure, Man o Casa Vogue y están representadas en un gran número de colecciones, tanto públicas como privadas de diversos lugares del mundo (entre otras, CajaCanarias o el Center for Creative Photography en Illinois). Ya es un autor habitual en Fotonoviembre, donde expuso, en el año 2005 su colección Creadores. Otros de sus trabajos han sido Tautologías, Habana y Piedra Viva.
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Las referencias biográficas que he leído sobre usted dicen que en sus inicios se formó de manera autodidacta. ¿Cómo se forma un fotógrafo a sí mismo?
Desde ‘chiquitito’ la fotografía ejerció sobre mí una atracción increíble. Me acuerdo de salir con doce o trece años a hacer fotos con mi cámara de plástico, de aquellas baratas. También buscaba libros, para saber de fotografía, y le preguntaba a fotógrafos conocidos, ya mayores, cómo se hacía tal o cual cosa... sin embargo, nunca me planteé en ese tiempo dedicarme profesionalmente a la fotografía, sino que era algo que me encantaba. Por ello digo que cuando empecé a tomarme la fotografía más en serio, ya tenía una formación como autodidacta. Después ya comencé a pasar por escuelas de fotografía y demás. Pero cuando llegué a ese punto, ya, de alguna manera, era fotógrafo.
¿Han tenido estos inicios alguna repercusión en sus trabajos posteriores?
Parecerá un poco pedante lo que voy a decir, pero ahora mismo estoy tomando como referencia para mis obras las fotografías que realicé con trece o catorce años, cuando hacía fotos sin información y sin preparación. Conservo todos los negativos de aquellas fotografías... me encantaba imponerme retos y hacer, por ejemplo, retratos.
Comencemos pues a hablar sobre su exposición Lazos de Sangre. En ella ha utilizado como soporte la película fotográfica y no el sistema digital. ¿Por qué? y, en relación a esto, ¿Qué opinión tiene sobre la fotografía digital, tan en auge en la actualidad?
Normalmente trabajo usando la película. En relación con la segunda pregunta, para mí la fotografía es todo lo que está hecho con una cámara y un objetivo. En realidad, el proceso fotográfico es el de la luz que pasa a través de un objetivo; después, el registro de esta imagen ya puede ser en cualquier formato: una película de nitrato, de acetato, una placa de vidrio, de metal o el formato digital. Con el tiempo ha ido cambiando el formato de registro de la fotografía, pero la imagen en sí sigue siendo la expresión de la fotografía, ya sea en formato analógico o digital, ya que el producto final es lo que cuenta. La fotografía digital tiene la ventaja de que abarata los costes, es decir, se pueden tomar muchas instantáneas y borrar luego las que no interesen. Con la película no pasa esto, pues hay que revelarla y copiarla de manera que al final queda un cliché físico permanente. La fotografía digital lo único que ha aportado es el poder disparar sin límites y luego tener la libertad de elegir.
¿Por qué la desnudez total de las figuras?
Trataba de hacer una serie en la que no buscaba retratar, simplemente, madres con niños. Yo quería retratar sensaciones que no son físicas ni palpables: quería que la ternura se viera reflejada en las fotografías, así que intenté hacer un tratamiento de ellas lo más sencillo y clásico posible, despojando a las figuras de todo tipo de vestuario para no caer en cuestiones relacionadas con la moda. Por ello, también prescindí de elementos como el maquillaje, el atrezzo... así como trabajar con las mínimas condiciones de luz requeridas y los fondos en un color neutro, el negro. De esta manera, no desnudo sólo el cuerpo, sino que también toda la imagen en sí.
Entrando en el tema de la iluminación que acaba de mencionar, me llama la atención que para realizar unas fotos de tanta calidad haya utilizado los mínimos recursos lumínicos. ¿Cómo lo ha hecho?
Normalmente, a la hora de hacer un retrato de estudio se ponen varios focos para corregir las sombras y buscar efectos de belleza estética. En estas fotografías he utilizado una única fuente de luz para que creara sombras y diera una imagen real de los personajes.
He observado que las sombras son una constante en algunos de sus trabajos, como Creadores, donde las utiliza de forma similar a la de esta exposición. ¿Qué significado tienen para usted las sombras como elemento estético?
La mayoría de los fotógrafos tratan de eliminar las sombras, como si fueran imperfecciones, pero yo pienso que estas dan la profundidad y la tercera dimensión de la obra. Una obra sin ellas es plana. Realmente, la única fotografía que no trabaja las sombras, es la publicitaria, que trata de crear una atmósfera de belleza casi irreal, que no refleja la realidad, sino que sólo están destinadas a vender un producto, y no son para nada artísticas.
Volviendo a la desnudez, me he fijado en los tatuajes que lucen algunas modelos, ¿ha utilizado esto adrede, con fines estéticos?
Sí. Muchas de las modelos eran conocidas mías, y me había fijado en concreto en la mujer del tatuaje en el brazo, a la que había visto caminar por mi barrio y me llamó la atención su tatuaje. Una vez la vi con su hija, que era muy graciosa, y les ofrecí a ambas posar para las fotografías. Creo que el tatuaje le da un look muy poderoso.
¿Cómo fue para usted tener que seleccionar las fotografías que iba a colocar en la exposición?¿Se basó en algo para hacerlo?
Sin duda eso fue lo más difícil. Las madres eran jóvenes y guapas, y los niños también eran muy atractivos. En la primera selección me dejaba llevar por los cánones típicos de la belleza (por ejemplo, lo guapa que estaba una modelo en la imagen o lo encantador que resultaba el niño), pero después esa foto no reflejaba la ternura o las sensaciones de complicidad madre-hijo que yo buscaba. Al final ya no me importaba el físico. Es un proceso muy duro, de incluso meses.
He observado que en la mayoría de sus trabajos anteriores (como Habana o Piedra Viva ha utilizado el blanco y negro. ¿Por alguna razón en especial?
Yo creo que aunque la vida sea en color, el blanco y negro tiene más fuerza, comunica más y tiene un poder que no lo tiene la imagen en color. El color de alguna manera edulcora y suaviza, dando una imagen más light. El blanco y negro es mucho más directo, y tiene más fuerza y poderío.
Mi percepción, tanto por el título de la obra (Lazos de Sangre) como por lo visto en las fotografías, es que relaciona la idea del "lazo de sangre" únicamente entre madres e hijos. ¿Por qué no padres e hijos?
No, no... te voy a contar la historia: cuando empecé con esta serie, esta tenía una cabida mucho mayor, incluso de gente de más edad; una de las principales, amiga mía, la escultora Patricia Vara, con la que tengo una fotografía pendiente con su abuelo. En la serie tenía cabida todo lo que fueran lazos de sangre: madres, padres, abuelos y nietos, tíos y sobrinos... etc. Por ejemplo, la pareja de la mujer tatuada que he mencionado antes se sacó unas fotografías muy interesantes con su bebé, de mucha fuerza. Pero al final me vi con muchas más fotos de madres con niños, lo cual era más homogéneo. En definitiva, la serie era mucho más ambiciosa, pero por razones presupuestarias y de espacio, no pude hacerla, pero me gustaría ampliarla en un futuro.
¿Qué le ha inspirado a la hora de hacer estas fotografías? ¿Algo relacionado con su infancia, quizás?
No, no fue una inspiración, sino una idea. En mi primera época, cuando era estudiante, me ganaba la vida haciendo retratos de familia. Siempre tuve mucha mano para retratar a los niños, y me quedó la idea de hacer lazos de sangre, una serie en la que buscaba a personas vinculadas por un parentesco de primer grado.
La mayoría de las fotografiadas son mujeres jóvenes, sin embargo hoy en día encontramos madres de hasta 45-50 años con niños pequeños, ¿por qué no ha "utilizado" mujeres más maduras?
No ha sido por las madres, sino que por los niños; quería usar la magia de los niños menores de 7 años. Los considero mágicos, y también creo que a medida que van creciendo y se van integrando en el mundo y la cultura, esta magia natural va desapareciendo. Además, la elección de las madres no fue por ninguna razón preconcebida, sino por circunstancias, como que tiras de la gente que tienes más a mano, que es más asequible... además, hay gente que se ‘corta’ por timidez o diferentes razones a la hora de salir desnudos.
Hablando de los niños, ¿por qué sólo hay un niño por madre?
Eso también han sido circunstancias de las modelos elegidas, como, por ejemplo, que casi todas las mujeres fotografiadas no tienen familia numerosa, excepto en el caso de una, que tiene una hija mayor a la que ofrecí posar junto a su madre y su hermano, pero no quiso hacerlo por razones de timidez.
Al tratarse de niños pequeños, echo de menos el juego y la diversión infantil, los veo muy formales, excepto en algunas fotografías donde sí hay una cierta espontaneidad. ¿A qué se debe?
Realmente hay fotos de estos momentos, pero el proceso de selección antes mencionado influyó mucho en ello. Tenía para elegir entre 300 fotos, ya que, de cada una de las nueve madres tenía una media de 30 fotos por modelo, y buscando la idea de las sensaciones, hubo que descartar muchas. Aunque me alegra que me hagas esa pregunta, porque esas fotos tienen mucha más fuerza que las demás, como la de la niña que juega con su madre con la pierna levantada.
Me extraña que en ninguna de las fotografías haya retratado la muestra de afecto por excelencia entre madre e hijo: el beso. ¿Por qué?
Es que es el típico tópico. Para mí era más importante captar otros momentos, como las niñas que se enganchan al pezón de su madre para mamar. Realmente tengo fotos de besos, e incluso de abrazos, pero me parecían demasiado obvias. Además, influyeron cuestiones técnicas, pues al estar muy pegados, las sombras de ambos personajes interferían. Había tanta complicidad y sentimiento en los personajes, que no hacían falta realmente los besos para mostrar el amor que se tenían.
En relación con todo esto, ¿qué recursos ha utilizado para mostrar al público algo tan abstracto como los "lazos de sangre" entre madres e hijos?
Ahí jugó un gran papel el proceso de selección. Tenía imágenes más hermosas estéticamente, pero en las que no existían de manera tan palpable las sensaciones que buscaba. No quiero retratar a la persona, sino que su interior; una sonrisa no equivale el estar retratando la felicidad, y una persona llorando no es la melancolía. Influyen muchos factores, donde intento captar conceptos como las miradas, jugar con la iluminación... etc. Buscaba fotos que no retrataran solamente a los personajes, sino que las sensaciones que salían de los personajes. Hice igual en la serie Creadores, en la que quería captar el genio, el brujo que había en el personaje.
¿Cómo fue trabajar con estas mujeres y sus hijos?¿Alguna anécdota especial?
Fue encantador. Bueno, con los niños, menos, porque algunos no paraban quietos. Tuve que llevar mi paciencia al límite, especialmente con uno, hijo de una fotógrafa, que estaba tan saturado de fotos que me cambiaba la cara y hacía muecas en el momento de hacer el retrato. Había de todo, desde niños muy tranquilos y dóciles hasta otros con los que tuve que recurrir al soborno para que se dejaran fotografiar.
No puedo evitar pensar, al ver estas fotografías, en las representaciones de la antigüedad clásica, de las típicas Venus acompañadas de pequeños amorcillos o Cupidos. ¿Quiso conectar en algún momento con esto?
Me he inspirado mucho en la pintura a lo largo de mi trayectoria, pero en esta serie no. El proyecto surgió a través de elucubrar sobre la misma historia una y otra vez, basándome solamente en lo que pasaba por mi cabeza y en lo que daban de si los modelos, sin ninguna referencia exterior.
En su fotografía se da el eterno dilema del cine y de la fotografía: mirar o no a la cámara, ¿por qué hay fotografías en las que algunos de los personajes miran a la cámara y otras en las que esto no ocurre?
Como tenía muchísimo material de cada pareja y no me decidía entre ninguna de las dos cosas, al final opté por usarlas ambas. La primera idea era en la que yo participaba en la foto, porque me están mirando, es un momento en el que el fotógrafo interviene; pero después le di vueltas y me gustó más la otra forma, en la que no me miran, porque, para lo que yo quería reflejar, la ausencia de otra persona fortalece la relación entre madre e hijo.