HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA
3º Historia del Arte, ULL
LA MUERTE SE TOMA UN DESCANSO
Ainhoa Díaz Borges
Xurxo Lobato
“Santa Marta de Ribarteme”
España diez miradas
Sala de Arte La Recova
Santa Cruz de Tenerife
Xurxo Lobato
“Santa Marta de Ribarteme”
España diez miradas
Sala de Arte La Recova
Santa Cruz de Tenerife
Esta obra pertenece a una más que particular visión de la Galicia natal del fotógrafo Xurxo Lobato (1956): en ella, la tradición ancestral del mundo rural se cruza con una modernidad que parece no terminar de encontrar.
Así, dos planos totalmente distintos, pero análogos, se complementan para de alguna manera crear una pequeña “historia visual” que, si bien para la gran mayoría puede parecer excesivamente barroca e incluso ordinaria o de mal gusto (en cuanto a su recargamiento y estridente contraposición de colores); para otros representa una pequeña parte de una cultura exótica y única.
Es interesante el enfoque espontáneo escogido por el artista, captando algo que parece ser exógeno, pero que para el mundo rural gallego es totalmente cotidiano, donde la figura humana y su humanidad (valga la redundancia) son objetivo principal de Lobato. Para los habitantes del pueblo la existencia de numerosos iconos del mundo moderno, no hace sombra a sus señas de identidad, que es lo más importante de esta fotografía.
De esta manera, son capaces de observar a personas vivas que son transportadas en ataúdes y entienden el por qué de tal acción. Comprenden ese carácter especial de la festividad religiosa y saben que no es en absoluto ninguna falta de respeto hacia los muertos; más en este caso, que a simple vista pudiera parecer que la mujer situada en primer plano está cómodamente esperando la llegada de la procesión hasta la iglesia.
Por tanto, una vez más la posición “moderna” de distanciamiento con respecto a la muerte, nos impide ver como “normal” el que los penitentes se introduzcan en los ataúdes durante la procesión con el fin de pedir o agradecer la intervención milagrosa de Santa Marta de Ribarteme y ciertamente es todo un espectáculo para curiosos y extranjeros.
En definitiva, y a modo de conclusión, no es del todo correcto calificar a Xurxo Lobato como un fotógrafo kitsch por obras como ésta (tal y como propone, por ejemplo, Antón Patiño en “Xurxo Lobato: la mirada-encrucijada”), ya que esa autenticidad y fuerza que le caracteriza tienen como objetivo representar una tradición (parte de la memoria histórica) que casi nadie sabe captar hoy en día y no se pretende crear incomprensión o asombrar por asombrar.
Así, dos planos totalmente distintos, pero análogos, se complementan para de alguna manera crear una pequeña “historia visual” que, si bien para la gran mayoría puede parecer excesivamente barroca e incluso ordinaria o de mal gusto (en cuanto a su recargamiento y estridente contraposición de colores); para otros representa una pequeña parte de una cultura exótica y única.
Es interesante el enfoque espontáneo escogido por el artista, captando algo que parece ser exógeno, pero que para el mundo rural gallego es totalmente cotidiano, donde la figura humana y su humanidad (valga la redundancia) son objetivo principal de Lobato. Para los habitantes del pueblo la existencia de numerosos iconos del mundo moderno, no hace sombra a sus señas de identidad, que es lo más importante de esta fotografía.
De esta manera, son capaces de observar a personas vivas que son transportadas en ataúdes y entienden el por qué de tal acción. Comprenden ese carácter especial de la festividad religiosa y saben que no es en absoluto ninguna falta de respeto hacia los muertos; más en este caso, que a simple vista pudiera parecer que la mujer situada en primer plano está cómodamente esperando la llegada de la procesión hasta la iglesia.
Por tanto, una vez más la posición “moderna” de distanciamiento con respecto a la muerte, nos impide ver como “normal” el que los penitentes se introduzcan en los ataúdes durante la procesión con el fin de pedir o agradecer la intervención milagrosa de Santa Marta de Ribarteme y ciertamente es todo un espectáculo para curiosos y extranjeros.
En definitiva, y a modo de conclusión, no es del todo correcto calificar a Xurxo Lobato como un fotógrafo kitsch por obras como ésta (tal y como propone, por ejemplo, Antón Patiño en “Xurxo Lobato: la mirada-encrucijada”), ya que esa autenticidad y fuerza que le caracteriza tienen como objetivo representar una tradición (parte de la memoria histórica) que casi nadie sabe captar hoy en día y no se pretende crear incomprensión o asombrar por asombrar.
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